ORIGENES DEL PROYECTO




Tengo que decir, ante todo, que Aída Moraga y yo somos amigos. Así que este proyecto surge de la amistad.

Durante mucho tiempo, Aida aprovechaba cualquier momento para comentarme que estaba escribiendo una obra de teatro sobre: reflexiones personales, situaciones emocionales, temas pendientes de su vida que necesitaba llevar a escena… y qué quería que yo la dirigiera.

Sinceramente. La primera vez que leí el texto, no me gustó nada, e incluso, pensé que no lo dirigiría nunca. Tenía demasiados frentes abiertos, plateaba muchos temas de los cuales cada uno podía ser una obra de teatro independiente y que en ese momento yo no veía como agruparlos todos en una sola idea. Eran temas con los que no me sentía identificado o al menos de la forma en que ella los planteaba.

Como suele pasar entre nosotros. ¡Se lo dije! Le dije todo lo que pensaba. Bueno, excepto que no tenía intención de dirigirlo. Pero estamos hablando de Aida Moraga (Creadora a la máxima potencia, trabajadora incansable y Tauro), enseguida se puso a reescribir el texto. No una, sino varias veces, hasta que consiguió que poco a poco me fuera interesando y entendiendo lo que quería decir. Y, sobre todo, que me comprometiera con ella a realizar este proyecto juntos.

En ese entonces ya estábamos los dos comprometidos y sabíamos lo que queríamos decir, ahora faltaba que en el texto estuviera claro… Y ahí comenzó esta andadura donde ambos ponemos todo nuestro corazón y experiencia artística.

Juan Carlos González
(Director)




Este proyecto surge de la necesidad de dar respuesta a muchas preguntas a nivel personal y de encontrar una salida a la sensación de frustración. Comienza como una idea en mitad de un viaje de regreso a Barcelona desde Chile, en mitad del cielo. Las largas horas de vuelo traen consigo ese punto de esperanza, en el cual ves en el arte un medio de curación de las heridas y de sanación.

Han pasado muchos años desde ese momento y ha debido superar muchos obstáculos. Cada verano que quería comenzar a hacer este proyecto sucedía algo que lo impedía. Mientras tanto iba escribiendo el texto, que al principio iba a ser una pieza corta y que poco a poco fue complejizándose hasta convertirse en lo que es ahora.

Cuando la pieza se hizo más grande, vi la necesidad de dirección y no podía pensar en otra persona más idónea que en Juan Carlos, mi gran amigo y gran director, pero me encontré otra vez con la dificultad de convencerle, porque no se veía interesado, ni mucho menos convencido por el texto. Tuve que reescribir muchas, muchas veces este texto y ha sido un trabajo muy agotador, de días de dieciséis horas continuas de trabajo, con muchas amanecidas y aprovechando los fines de semana que tenía libre.

Tenía clarísimo que tenía que hacerlo, con él o sin él, pero sin duda contar con su inestimable ayuda era un aliciente muy grande y si para ello debía volver a trabajar el texto y reescribirlo una y otra vez, lo haría sin vacilar.

Por fin el texto fue aprobado por la dirección y él se vio reconocido en el tema e identificado en ese dolor del cual habla. Puedo decir que al fin el texto se convertía en una pieza teatral en toda regla, gracias a su ayuda, a sus innumerables preguntas y cuestionamientos.

Sé que cuento con alguien que siempre me dirá la verdad y que una vez comprometida su palabra no me fallará, porque Juanki es así, un hombre noble, trabajador, creativo y sobre todo un profesional que no se amilana ante nada.

Ahora estamos en esta andadura que no sabemos dónde nos llevará, pero vamos juntos y eso no podría ser una mejor manera de crear y de crecer como profesionales.

Camille, que así se llama para mis adentros este proyecto, por fin verá la luz y todos los otros personajes que le acompañan y ese dolor antiguo y profundo, tendrá una salida y se convertirá en algo bello, se convertirá en ficción, en teatro.

Aída Moraga
(Dramaturga y actriz)